viernes, 28 de julio de 2006

“La velocidad de la luz” de Javier Cercas

Ahora llevo una vida falsa, una vida apócrifa y clandestina e invisible aunque más verdadera que si fuera de verdad, pero yo todavía era yo cuando conocí a Rodney Falk. Fue hace mucho tiempo y fue en Urbana, una ciudad del Medio Oeste norteamericano en la que pasé dos años a finales de la década de los ochenta. La verdad es que cada vez que me pregunto por qué fui a parar precisamente allí me digo que fui a para precisamente allí como podía haber ido a parar a cualquier otro sitio. Contaré por qué en vez de ir a para a cualquier otro sitio fui a para precisamente allí.

Hay que ver...que no hay nada que ver

Ir al cine por ir al cine sin más no es mi costumbre, pero a veces los amigos te arrastran y acabas viendo cosas como "La sombra de la sospecha" ("Sentinel" en su título original). Cuenta con un reparto de grandes nombres, que en este caso no son más que eso: "grandes nombres". La película no da para mucho. Yo, si fuera el guionista, no firmar con mi nombre.

Una de las pocas cosas que podrían alegrar el metraje es ver a Eva Longoria, pero la verdad es que no tiene en qué lucirse.Ya me hubiera gustado que la acción en lugar de transcurrir en Washington D.C. o Toronto, se ubicara en las playas de Miami. Al menos hubiera disfrutado de ese cuerpo...a falta de algo más interesante.

Señores de Hollywood: traten de hacer productos un poco más digeribles. Aunque sean productos destinados al entretenimiento estival, que tengan un poco de calidad en la trama. Si se gastan millones en pagar a esos actores, inviertan un poco en talento creativo en los teclados y detrás de la cámara.

A los señores responsables del cine español no sé que les puedo pedir, porque ni pagándome iría a ver algo como "los mánagers". Solo el cartel ya tira para atrás. Y es que vamos de mal en peor. ¡Qué verano de cine me espera!

viernes, 21 de julio de 2006

“Los perros románticos” de Roberto Bolaño

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

martes, 18 de julio de 2006


La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.
Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.


Perder a un colega de profesión y además amigo es duro. Si éste solo tiene 34 años, como dice Gracián, es todo un naufragio. Hasta siempre Carlos.

viernes, 14 de julio de 2006

martes, 11 de julio de 2006