lunes, 28 de agosto de 2006

1 año, 100 posts


Cuando vi que se aproximaba el aniversario de este cuaderno y que faltaban pocos posts para llegar al centenar, hacerlo coincidir se me hizo irresistible. Queriéndolo o no este cuaderno ha formado parte de mi vida durante este año, de la misma manera que mi vida se ha colado poco a poco en cada una de estas imagenes y de estos textos. Ahora ha llegado el momento de cerrarlo y dejar un poco la blogosfera. Esto no es un adiós definitivo: parte de mi permanecerá en estos 100 posts, y no descarto que algún día vuelva a reemprender esta singladura, pero ahora no puedo seguirlo como me gustaría. Seguro que os echaré de menos, porque me habéis aportado grandes cosas tanto con vuestros comentarios como con la lectura de vuestros blogs. Y no dudéis que si puedo me dejaré caer por ellos. Ha sido un placer haberos conocido. Ha sido un placer haberos tenido aquí. Besos y abrazos a tod@s.

Sin Destino

sábado, 26 de agosto de 2006

Mi refugio


Cada cierto tiempo necesito desconectar de la realidad que me envuelve. Antes solía hacerlo físicamente y durante uno o dos días desaparecía de mi mundo conocido. No hace falta ir muy lejos para conseguirlo. No necesitas ni salir de tu ciudad. Seguro que hay rincones por los que no paseas nunca, bares donde no conoces a nadie. Pero cada vez me resulta más difícil: el móvil te esclaviza con tu trabajo; con los años, la familia necesita más de ti; el tiempo libre lo gastas en hobbys que poco a poco se han ido convirtiendo en obligaciones; salir del mundo en el que vives es cada vez más complicado. Por eso decidí escaparme de mi mundo de forma virtual, a través de la ventana que es este cuaderno. Una válvula de escape. Un lugar donde descargar la mente. Todos necesitamos un lugar donde sentirnos seguros, donde poder reflexionar, divagar o simplemente estar con nosotros mismos. Éste ha sido ese lugar: mi refugio.

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viernes, 25 de agosto de 2006

jueves, 24 de agosto de 2006



El tiempo pasa pero mi vida no avanza. Para eso tengo que dejar atrás un ancla que me atenaza. Un ancla que solo existe para evitar que se repita algo que nunca sucedió.

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miércoles, 23 de agosto de 2006

“Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat




Quizás porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.

Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.

A tus atardeceres rojos
se acostubraron mis ojos
como el recodo al camino.
Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero.
Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo.

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea,
jugando con la marea
te vas, pensando en volver,
eres como una mujer
perfumadita de brea,
que se añora y se quiere
que se conoce y se teme.

Ay, si un día para mi mal
viene a buscarme la parca,
empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...

En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte,
quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.
Cerca del mar, porque yo
nací en el Mediterráneo.


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lunes, 21 de agosto de 2006

sábado, 19 de agosto de 2006

"Nueva York" de Eduardo Mendoza

"Llegué a Nueva York casi por error. Yo había solicitado un puesto en un organismo internacional, concretamente en las Naciones Unidas, en la creencia de que si lo obtenía podría elegir mi lugar de destino. De haber sido así, probablemente habría optado por Ginebra, con la intención, una vez allí, de abrirme paso hacia París o Roma, dos ciudades que entonces, como ahora, me parecían fascinantes por muchas razones. La verdad es que nunca había pensado que en algún momento de mi vida pudiera irme yo a vivir a Nueva York, aunque siempre he sido persona inquieta, propensa a cambiar de residencia y de oficio con cierta periodicidad y a fabular siempre. Pero, como digo, Nueva York no entraba ni en mis planes ni en mis ensoñaciones. Ni siquiera había pensado visitar esa ciudad como viajero. Más aún: antes de pedir y obtener el puesto en las Naciones Unidas a que me acabo de referir, había escrito una novela, que fue publicada posteriormente y en cuyo desenlace el protagonista, falto de medios y de alternativas, emigraba precisamente a Nueva York. Con esto quiero decir que cuando escribí esas páginas Nueva York era para mí un confín del mundo, el símbolo del destierro y el marco idóneo, por consiguiente, para un desenlace triste. Enfrentado sin embargo a los hechos y falto a mi vez si no de medios sí de alternativas que me ofrecieran el aliciente necesario, decidí hacer de tripas corazón, aceptar el trabajo que me ofrecían en Nueva York y procurarme un traslado a otro sitio lo antes posible. En Nueva York no conocía a nadie y mi falta de interés previo había hecho que mi ignorancia respecto de esa ciudad fuera absoluta. Sólo sabía lo que había oído contar y lo que reiteradamente relataba la prensa: historias de crímenes y violencias. Tampoco sabía o sabía de un modo muy superficial que Nueva York estaba atravesando en esas fechas por una crisis financiera sin precedentes.

Llegué por consiguiente a Nueva York con un montón de tópicos por bagaje. Si hubiese emprendido el viaje unos años más tarde, estos tópicos, sin dejar de serlo, habrían tenido un signo radicalmente distinto. En los años que siguieron a mi llegada, Nueva York superó la crisis y pasó de ser la escoria de las ciudades a ser la ciudad por antonomasia, la ciudad de moda. Yo tuve oportunidad de ser testigo de esta metamorfosis, pero quien espere encontrar en las páginas que siguen una explicación coherente del fenómeno se verá defraudado de plano: ni sé qué pasó ni sé por qué las cosas tomaron ese sesgo y no otro. Cuando llegué a Nueva York había barrios en los que sólo habitaban las ratas. Hoy las celebridades de todo el mundo pagan fortunas por adquirir un apartamento en ese mismo sector. Naturalmente, los que previeron esta evolución con tiempo amasaron verdaderas fortunas. Éste no fue mi caso, como es obvio. Si algo tuve, lo dejé perder. La verdad es que lo que ocurría en Nueva York me resultaba indiferente. Durante dos años no tuve otra idea que salir de allí y removí cielos y tierra para conseguir un traslado a Europa. Cuando por fin llegó ese traslado me di cuenta de que no podía dejar Nueva York. Yo fui el primer sorprendido, pero ante la evidencia no me cupo otra solución que renunciar al traslado, quedarme allí y volver la mirada hacia aquella ciudad que de un modo tan inesperado me había atrapado sin que yo me diera cuenta."

jueves, 10 de agosto de 2006

"Viajando de manera diferente" de Paulo Coelho

"Desde muy joven descubrí que el viajar era, para mí, la mejor manera de aprender. Continúo hasta hoy con este alma de peregrino, y decidí relatar en esta columna alguna de las lecciones que aprendí, esperando que puedan ser útiles a otros peregrinos como yo:

1.- Evite los museos
El consejo puede parecer absurdo, pero vamos a reflexionar un poco juntos: si usted está en una ciudad extranjera, ¿no es mucho más interesante ir en busca del presente que del pasado? Sucede que las personas se sienten obligadas a ir a museos porque aprendieron desde pequeñas que viajar es buscar ese tipo de cultura. Es claro que los museos son importantes, pero exigen tiempo y objetividad -tiene antes que saber que desea ver allí, o va a salir con la impresión de que vio un montón de cosas fundamentales para su vida, pero que no recuerda cuáles son-.

2.- Frecuente los bares
Allí, al contrario de los museos, la vida de la ciudad se manifiesta. Bares no son discotecas, sino lugares adonde la gente va, toma algo, piensa en el tiempo y está siempre dispuesta para una conversación. Compre un diario y quédese contemplando el movimiento del local. Si alguien inicia un tema, por más bobo que sea, acepte la charla: no se puede juzgar la belleza del camino mirando solamente la puerta.

3.- Esté disponible
El mejor guía de turismo es alguien que vive en el lugar, conoce todo, está orgulloso de su ciudad, pero no trabaja en una agencia. Salga por la calle, elija a la persona con quien desea conversar y pídale informaciones (¿Dónde queda tal catedral?, ¿Dónde está correos?) Si no resulta, pruebe con otra; le garantizo que al final del día habrá encontrado una excelente compañía.

4.- Procure viajar solo o en pareja
Le dará más trabajo, nadie lo (o los) cuidará, pero sólo de esta manera podrá realmente salir de su país. Los viajes en grupo son una manera disfrazada de estar en una tierra extranjera, pero hablando su lengua natal, obedeciendo a lo que manda el jefe del rebaño, preocupándose más de las murmuraciones del grupo que del lugar que se está visitando.

5.- No compare
No compare nada -ni precios, ni limpieza, ni calidad de vida, ni medios de transporte, ¡nada!- Usted no está viajando para probar que vive mejor que los otros: su búsqueda, en verdad, es saber, cómo los otros viven, lo que pueden enseñar, cómo se enfrentan con la realidad y con lo extraordinario de la vida.

6.- Entienda que todo el mundo le entiende
Aunque no hable el idioma, no tenga miedo: yo estuve en muchos lugares donde no había manera de comunicarme a través de las palabras y siempre terminé encontrando apoyo, orientación , sugerencias importantes, y hasta aventuras amorosas. Algunas personas creen que, si viajan solas, saldrán a la calle y se perderán para siempre. Basta tener la tarjeta del hotel en el bolsillo y -en una situación extrema- tomar un taxi y mostrarla al chofer.

7.- No compre mucho
Gaste su dinero en cosas que después no tendrá que cargar: buenas obras de teatro, restaurantes, paseos. Hoy en día, con el mercado global e internet, puede tener todo sin necesidad de pagar exceso de equipaje.

8.- No intente ver el mundo en un mes
Más vale quedarse en una ciudad cuatro o cinco días, que visitar cinco ciudades en una semana. Una ciudad es una mujer caprichosa, necesita tiempo para ser seducida y mostrarse completamente.

9.- Un viaje es una aventura
Henry Miller decía que es mucho más importante descubrir una iglesia de la que nadie oyó hablar, que ir a Roma y sentirse obligado a visitar la capilla sixtina, con doscientos mil turistas gritando en sus oídos. Vaya a la capilla sixtina, sí, pero también déjese perder por las calles, intérnese en las callejuelas, sienta la libertad de estar buscando algo que no sabe lo que es pero que -con toda seguridad- encontrará, y cambiará su vida."



Espero que algun@ de vosotr@s pueda aplicar estos consejos pronto. Yo aún tardaré un tiempo en poder realizar un viaje que me permita ponerlos en práctica. Felices vacaciones a quiénes las esten disfrutando. Al resto nos toca esperar.

viernes, 4 de agosto de 2006

"No es oro todo lo que reluce,
ni está perdido todo el que anda errante"

J.R.R. Tolkien